En relación con la entrada de Maricarmen no he podido dejar de
pensar que vivimos bombardeados con la idea de que el amor es cuestión dequímica. Que cuando nos enamoramos el cerebro nos funciona de manera diferente,
nos volvemos tontos, se nos “vuelca el juicio”, dicen que las áreas del cerebro
dedicadas a realizar juicios sociales y someter a critica al “querido/a” se
inactivan, supongo que de ahí vendrá la expresión de que “el amor es ciego”.
Parece que el amor nos idiotiza.
En la primera etapa del amor es diferentes para hombres que
para mujeres ¿entonces funcionamos de manera diferente o no? ¡Menudo pitoste!;
los hombres se enamoran por los ojos y la mujer por los oídos, y los dos nos
volvemos locos por las feromonas, si esas son las encargadas de “amor a primera
vista”; y aquí entran en juego químicos de todo tipo: dopamina o feniletilamina.
Pero aquí no acaba la cosa, por lo visto la oxitocina es la encargada a forjar
lazos permanentes entre amantes cambiando las conexiones de los circuitos
cerebrales. Pero la oxitocina en las mujeres nos hace cariñosa y conversadoras,
a los hombres con su testosterona les hace querer dormir, ¡vivan los tópicos típicos!
Pero después de uno o tres años, ¡sorpresa!, todo se viene
abajo porque la producción de dopamina cae en picado, y las parejas pasan a la “atracción
intelectiva”, ya no solo hay atracción física si no algo más allá. Para la
monogamia también hay lío, por lo visto la vasopresina aumenta y hace que el vínculo
se prolongue. Y para los corazones rotos también hay jaleo, el síndrome Takotsubo,
por el que una ruptura puede suponer más que una ruptura metafórica del corazón,
según la fundación española del corazón un mal de amores puede ponernos al
borde un ataque de corazón.
Y yo me pregunto ¿Dónde queda el romanticismo? Ese alma gemela
como siempre la hemos soñado y nos han vendido las películas de Disney ¿no
existe? ¿No estamos destinados a nadie? Será que tengo al maromo al otro lado del
mundo, pero para mí el amor es algo más que química cerebral, y yo, creo en el amor verdadero (¡vivan los unicornios rosas, las nubes de algodón y los arcoiris de colores!). Llamadme romántica empedernida...
Lara Fernández Morena