El
consumo de drogas es uno de los problemas que tiene nuestra sociedad, pero no
es nada nuevo, de hecho ha acompañado al hombre desde el comienzo de la
Humanidad. No obstante, las drogas han cambiado y los tiempos también, por lo
tanto ha variado la manera de utilizarlas.
La aproximación histórica al fenómeno de la adicción a las drogas puede plantear
dificultades, ya que, durante varios decenios, ha estado vigente el denominado paradigma lewiniano, basado en los
conocimientos antropológicos de principios de siglo y que ha conservado su
vigor en el campo de la farmacología y de la medicina; nuevas corrientes antropológicas
plantean un nuevo elemento, la eficacia
simbólica de las distintas drogas para explicar el hecho de que se consuman
sustancias psicoactivas en las más diversas culturas. Por
otra parte, la historia de las mentalidades y la delimitación del contexto
histórico y social donde se desarrolla el consumo de drogas, unidos a las
aportaciones de la sociología y la psicología social, pueden contribuir a
establecer un marco adecuado para la comprensión del fenómeno multidimensional
y multicausal de las drogodepencias. Por tanto, para el conocimiento integral
de este fenómeno son siempre necesarias aportaciones de otras disciplinas.
El consumo de drogas
desde la Prehistoria hasta el siglo XVIII
Durante
la Prehistoria, diversas drogas
alucinógenas fueron utilizadas seguramente con fines medicinales o rituales, por ejemplo, en Siberia tribus
primitivas recopilaban y consumían Amanita Muscaria por sus efectos alucinógenos. Más tarde, durante el Neolítico, las primeras sociedades agrarias conocieron el cornezuelo (un hongo parasitario del centeno que provocaba alucinaciones).
Pero,
la droga por excelencia fue el alcohol
(destacan el vino y la cerveza). Se atribuye a la
casualidad la obtención de las primeras bebidas alcohólicas, producidas de
forma natural por fermentación de soluciones que contuvieran hidratos de carbono,
dicho fenómeno natural explica cómo en zonas y culturas muy alejadas entre sí
consumían esta droga.
El
consumo de alcohol ha jugado un importante papel en muchas culturas (egipcia, griega, romana y hebrea), tanto en ceremonias sociales como religiosas (en
Grecia existía un dios consagrado al vino, Dionisos).
No podemos olvidar que el Cristianismo
elevó el vino a una categoría
sagrada cuando lo identificó con la encarnación de la divinidad y lo utilizó en
el culto. Por ello, el alcohol no se ha considerado tradicionalmente como una
droga en nuestra cultura, ya que su consumo habitualmente formaba parte de
costumbres socialmente admitidas y no suponía, salvo excepciones, riesgo de
dependencia.
Dionisos-Baco
En la Edad Media europea,
la elaboración del alcohol estaba en
manos de la Iglesia, que combatía
las demás drogas al considerarlas demoníacas. Por ejemplo, las brujas hacían
una mezcla con belladona, beleño y mandrágora que en contacto con el cuerpo producía sensación de
volar y alucinaciones varias, de este hecho, de ahí viene la leyenda de que las
brujas volaban en escobas, pues se creía que éstas se frotaban esta sustancia
con los palos de las escobas.
Mientras, en Oriente,
debido a las restricciones del Islam al consumo de alcohol, triunfaban los
destilados de plantas como el cannabis o
la adormidera (aunque poco después tuvieron lugar restricciones religiosas
al consumo de estas drogas).Los orígenes de la adormidera están en el Mediterráneo: los sumerios ya la utilizaban con fines curativos desde el 3500 a.C. y se piensa que de allí se extendería su empleo entre los egipcios y los persas, y posteriormente, los navegantes portugueses lo llevaron a la India y en el siglo X a China; en la actualidad, crece prácticamente en todo el globo terráqueo. Respecto al cannabis, éste tiene su origen en el Mar Negro y su uso se remonta al periodo Neolítico que más tarde pasó a la India (desde donde se extendería al Pacífico) y a África (a través del Nilo); se convirtió así en una de las drogas más populares del mundo árabe: tuvo uso terapéutico en Oriente Medio desde el siglo II a.C.) y en otras regiones, como los del Caribe y del sur de África, el consumo de preparados de cannabis se ha confinado a grupos humanos socialmente desfavorecidos.
Con los grandes descubrimientos se
abrió la puerta al conocimiento de nuevas sustancias, de hecho en el siglo
XVIII ya eran un rentable negocio. En Asia y América
muchos campesinos pasaron a depender de su cultivo, mientras en Occidente los
impuestos sobre estas sustancias fueron
imprescindibles para financiar los gastos del Estado, era tal su
importancia que llegaron a causar de una guerra cuando los británicos se
enfrentaron a China para vender libremente opio en este país (Guerras del Opio).
En el Renacimiento y con el
descubrimiento de América, llega a Europa la flora americana, pronto se impone una
de las drogas con más poder adictivo: el tabaco,
planta ceremonial por excelencia entre los indios (aztecas e indios
norteamericanos) y que se extenderá rápidamente por todo el mundo gracias a las
grandes potencias coloniales como España, Portugal y especialmente Inglaterra).A partir de 1950, la evidencia epidemiológica de los efectos nocivos del tabaco (especialmente fumar cigarrillos) determinó que muchos países limitaran la publicidad del tabaco (Italia, 1962; Reino Unido, 1965; EE UU, 1971; Australia, 1976).
No
obstante, las drogas americanas no serán tan populares como los derivados del
opio procedente de Oriente.
El consumo de drogas
desde el siglo XVIII hasta década de los 70
Enel siglo XIX tiene lugar un cambio importante: los usos rituales y
mágicos que en el pasado se asociaban a las drogas se transforman. Ahora, los
progresos en química y medicina desembocan en la industria farmacéutica moderna: los médicos recetan drogas como
cura, las cuáles están asimismo al alcance de cualquiera en las boticas. Además,
se usan como evasión, como búsqueda de
placer y de sentido de un mundo que está cambiando con mucha rapidez. Por
ejemplo, los artistas y burgueses
experimentan con opio, cannabis y
con nuevas sustancias de las que también disfrutan las clases más bajas, como por ejemplo el éter o el óxido nitroso, que los pobres consumen mezclado con
alcohol para emborracharse antes.
También
tiene lugar otra transformación, con la industrialización y el desarrollo del
capitalismo, nace la sociedad de masas y
se generalizándose así el consumo del alcohol y de los derivados del opio como
en ningún otro momento histórico anterior: la drogodependencia se convierte
en un fenómeno preocupante en las sociedades desarrolladas.
Respecto
al alcoholismo, hay que decir que en el siglo
XVII ya se generalizó la fabricación de licores destilados (Whiskey, Ginebra, Ron, etc.), sin embargo,
afectó especialmente en el siglo XIX a la
clase trabajadora emergente (para evadirse
de sus duras condiciones de vida) hasta el punto de convertirse un peligro
para la economía y la estructura sociopolítica. Surge así una corriente de opinión (lideradas por la Iglesia,
sindicatos más progresistas, etc.) que considera el alcoholismo como enfermedad
y como un agravante las ya pésimas condiciones de vida de
la clase obrera. Esto contribuye a empujar a gobiernos y organismos internacionales a prohibir o restringir el consumo cada vez más, pero no era fácil:
primero, por razones morales, y luego de salud y orden público, las
prohibiciones iban a empezar. Se trataba de llevar a cabo una cruzada contra el
desorden liderada por los Estados Unidos:
una enmienda introducida en la Constitución de EEUU pretendía la abstinencia
nacional, en 1933 fue revocada.
Otra droga que tuvo una altísima
popularidad en Occidente en este periodo fueron los opiáceos,
introducido por los soldados de Napoleón tras la campaña de Egipto, y cuyo uso masivo
en Europa tuvo lugar en los últimos años sesenta del siglo XIX.
La
morfina (opiáceo) la descubrió, a
principios del siglo XIX, el químico francés llamado Derosne. Pronto, la demanda de la sanidad militar creció
grandemente y la industria farmacéutica produjo grandes cantidades de morfina (la
invención de la jeringa hipodérmica implementó este fenómeno); en definitiva, la
aparición de adicción a morfina en
muchos soldados se generalizó (esta
dependencia se la denominó la enfermedad del soldado y enfermedad
del ejército).
La cannabis se introdujo en la
medicina occidental a mediados del siglo XIX tras la
publicación de los estudios efectuados por el médico irlandés O'Shaughnessy,
que recomendaba el uso del cannabis en el tratamiento de la epilepsia,
reumatismo, tétanos, rabia, etc. Como medicamento, la cannabis ha figurado en
las farmacopeas de diversos países hasta mediados de los años sesenta.
El opio incluso generó guerrascoloniales debido a que generaba un negocio de altísima rentabilidad. En
la época colonial, Inglaterra introdujo el cultivo de opio en la India y su
contrabando en Oriente fue muy lucrativo, no obstante, la resistencia de China al cultivo de esta droga provocará las guerras
del opio, que terminaron en 1858 con el Tratado de Tientsin; este
acontecimiento permitió la legalización de las importaciones de opio a China.
Después
de 1900, las autoridades chinas realizaron grandes esfuerzos para reorganizar
el país y se estableció una campaña para erradicar el opio.
Guerras del opio
El floreciente mercado del opio
favoreció que penetrara y se generalizara en Europa, especialmente en Gran
Bretaña, en los preparativos farmacológicos que eran consumidos por la clase
trabajadora, ya que rara vez tenía acceso a los cuidados médicos por problemas
económicos; ello permitió que el uso del opio se encontrara
muy extendido entre las capas populares, bien en forma de píldoras de opio
bruto o, sobre todo, como láudano, un preparado a base de opio puro, agua
destilada y alcohol (ambas preparaciones podían adquirirse libremente, incluso
en tiendas de comestibles).
La tradición del empleo médico o
curativo del opio favoreció un posterior uso como medio lúdico o estimulante: el
consumo de morfina, opio o cocaína se extendió entre intelectuales y artistas e
incluso llegaron a venderse como medicamentos (muchos
escritores británicos de la época, como Byron, Shelley, Keats, Scott o Quincey,
lo consumían).
La
Convención Internacional sobre el Opio,
celebrada en La Haya (1912), recomendó controles sobre la regulación de las
manufacturaciones locales y también propuso la limitación de la distribución de
opiáceos para fines y científicos.
Respecto a la cocaína,
su consumo ya se documenta en la civilización
Inca, cultura en la que ocupaba un importante lugar, ya que creían que era
un regalo del rey Sol a las clases altas de la sociedad. No obstante, la
cocaína se aísla por primera vez en 1859
y se comercializará durante medio siglo bajo la forma de tónicos curativos y
estimulantes, ignorando su capacidad adictiva.
A finales de siglo
se sintetizó la diacetilmorfina, también llamada heroína. Su descubrimiento fue paralelo al de la aspirina y convirtió
en gigante de la química a su descubridor, los laboratorios Bayer; el clorano y los primero somníferos y barbitúricos aparecen en escena y hacia el 1900
todas las drogas conocidas se encuentran en farmacias.
El aumento de la drogodependencia
tras la 1ª Guerra Mundial fue tal que despertó la alarma de los gobiernos
occidentales: se pusieron en marcha medidas
restrictivas como la Ley Seca en
Estados Unidos entre 1920 y 1933 que lo que consiguió fue un crecimiento espectacular del mercado negro. Durante la Segunda Guerra Mundial favorece la investigación de nuevos fármacos: benzodiacepinas, los primeros ansiolíticos como el Valium, la talidomida, el LSD25, droga semi-sintética extraída del cornezuelo del centeno; esta última, con sus poderosos efectos, abriría una nueva época en la historia de las drogas.
Tras la II G.M,
el control del tráfico de drogas fue coordinado por la Comisión sobre Drogas Narcóticas de las Naciones Unidas y, en 1961,
tras trece años de discusiones, se
añadió cannabis a la lista de drogas psicotrópicas; diez años más tarde, se
introdujo el TCH, principio activo del cannabis, en la Convención Internacional
sobre Sustancias Psicotrópicas.
A mediados de siglo aumenta la
producción mundial de drogas, amparada en las crisis internacionales y
conflictos bélicos. Mientras, los gobiernos y los
organismos internacionales pretenden ejercer control legislativo y penal para
conseguir un mundo sin drogas, pero con poco éxito.
Hippy fumando marihuana
David Alcázar Nieto