Existen nombres de plantas que van unidos indudablemente a la cuestión de la brujería y las brujas en la Edad Media, es el caso de la Mandrágora y la Belladona, es decir, todas las plantas que pertenecen al denominado anillo de tropano en su composición química.
El hecho de que se utilice la mandrágora tiene que ver con la forma humana que la planta parecía tener; era como la forma de dos piernas. Además, se creía que si sacabas la planta de la tierra, esta emitía un grito tan desgarrador que el que lo oía moría instantáneamente. Para absorber la sustancia psicoactiva se recurría a ungüentos que se untaban en los muslos y en los genitales (la vagina tiene una gran capacidad de absorción por sus mucosas) dando la sensación de que se volaba. Por tanto, aquí podría estar la explicación del simbolismo de la escoba, es decir, usado como palo para untar dichos ungüentos. El sueño en el que se entraba era tan profundo y vívido que incluso se llegaba a pensar que era absolutamente cierto todo lo que había sucedido en el mismo (bacanales, volar y ver otros lugares, etc...), lo que dio lugar a que se hicieran confesiones ante la inquisición (más obviamente la presión que hacían los propios inquisidores).
Pero el que sepamos que todo esto es fruto de un profundo efecto de estas plantas no es de esta época, sino que ya en el siglo XVI autores como Alonso de Madrigal, obispo de Ávila, Francisco de Rojas, también en el XVI, afirmaban que esto era fruto de "un sueño inducido por el beleño negro que da la sensación de volar y que eso se produce con total sensación de realidad"
También existe una coincidencia entre estas plantas en Europa y América: la belladona se asocia a la diosa Hécate del inframundo y de la magia, con un uso también para amarres amorosos y recuperación del poder sexual y aún más curioso: para que las brujas parecieran mujeres jóvenes y hermosas para atraer a los hombres y conseguir su poder sexual.
El beleño negro o Hyoscyamus niger también se utilizaba, era más bien era para cuestiones amorosas, introduciéndola en diversos filtros para hacer retornar al amor perdido. Es una planta altamente venenosa; de no usarla con la suficiente precaución se produce la muerte. Tiene todos estos nombres en el idioma castellano: abeleño, adamanta, aveniños, belaño negro, beleño, beleño negro, belesa, beninos, beniños, benjí, bininos, cañamones locos, carapuchetes, dormidera, garbancillo loco, hierba loca, niños, tabaco borde, tomalocos, veleño, veleño negro, veliño, venina, veñiña, yerba loca.
Lo que es evidente es que eran las mujeres las grandes conocedoras de estas plantas, las cuales se aplicaron a remedios de todo tipo, se puede decir que fueron las primeras farmaceúticas, como enfermeras, una especie de medicina popular, pero que en aquel momento cubría un gran vacío de conocimiento. Por tanto, enmarcado en el contexto de lucha de clases, la Iglesia utilizó todos estos efectos que producían las plantas para acusar a las mujeres de brujería y eliminarlas totalmente de forma física, como así se hizo en gran parte de Europa Central e Inglaterra.
La mandrágora también se utiliza hoy en día en la homeopatía, disciplina médica en la que ha conseguido un nuevo auge.
Y por supuesto, la mandrágora no ha perdido su sentido mágico, eso sí, tiene que ser desde la fe...
Félix Díaz Castaño
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