Ayer estuvimos analizando en clase la dicotomía existente entre la naturaleza y la cultura desde su dimensión epistemológica y su dimensión social. El elemento que culminó con esta dicotomía fue la Hipótesis Gaia, formulada por el científico inglés James Lovelock en 1969. El nombre de la teoría no fue realmente acuñado por el propio Lovelock sino por el escritor William Golding, vecino y amigo suyo quien le sugirió que la denominase "Gaia", diosa griega de la Tierra.
Según la hipótesis de Gaia, la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un sistema auto-regulador y dejaría de actuar como una entidad externa y pasiva respecto a la actividad humana. La teoría fue apoyada por la bióloga estadounidense Lynn Margulis la cual también la amplió aportando su visión según la cual las bacterias son las principales responsables de las transformaciones químicas de la biosfera y ha destacado la gran capacidad de los microorganismos para transformar gases que contienen nitrógeno, azufre y carbono.
Lovelock fue llamado por la NASA en 1965 para participar en el primer intento de descubrir la posible existencia de vida en Marte. A Lovelock le llamó la atención las radicales diferencias que existían entre la Tierra y los dos planetas más próximos, fue la singularidad de las condiciones de la Tierra lo que le llevó a formular su primera hipótesis. En ese sentido, a diferencia de Marte, el hecho de que la atmósfera la compongan un 78 % de nitrógeno, 21 % de oxígeno y apenas un 0,03 % de dióxido de carbono se debe a que la vida, con su actividad y su reproducción, mantiene estas condiciones que la hacen habitable para muchas clases de vida.
En España, a inicios del siglo XXI se han hecho varias conferencias acerca de la Hipótesis Gaia como la celebrada en Valencia en el 2000 en la cual se concibió esta hipótesis como un elemento clave para evitar el calentamiento global o la destrucción del planeta. Junto a ello, se han hecho experimentos que confirman la teoría de Lovelock. Dentro de los trabajos presentados en Valencia estaba el del investigador Ricardo Amils del Instituto de Física Teórica del CSIC que demostró que las bacterias que habitan las aguas del río Tinto (Huelva), con alta concentración de metales pesados y muy ácidas, no sólo toleran el hábitat sino que contribuyen con su metabolismo a mantenerlo en esas condiciones.
Asimismo, el estudio de los investigadores Carlos Pedrós y Rafael Simó del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, apunta a que el plancton marino emite mayor cantidad de sulfuro de dimetilo cuando aumenta la temperatura superficial de las aguas del mar. El aumento de la concentración de este compuesto en la atmósfera contribuye a aumentar el albedo, por lo que se consigue que una menor cantidad de radiación solar alcance las capas superficiales oceánicas. Este efecto contribuye a disminuir la temperatura del agua, de manera que se consigue una autorregulación de la misma.
Sin embargo, en los últimos años, el propio Lovelock ha llegado a la conclusión de que la raza humana está condenada..Y es que por muchas medidas que se tomen, el cambio climático es imparable. Por 2020, las sequías y otras condiciones meteorológicas extremas serán asunto común. En el 2040, el Sahara se estará moviendo hacia Europa, y Berlín será tal caliente como lo es Bagdad. Atlanta terminará como una selva kudzu. Fénix se volverá inhabitable, así como partes de Beijing (desierto), Miami (aumento de los niveles del mar) y Londres (inundaciones).
Con dificultades y las migraciones masivas vendrán las epidemias. Por 2100, cree Lovelock, la población de la tierra será sacrificado a partir de los 6.6 billones hasta tan pocos como 500 millones con la mayor parte de los sobrevivientes vivientes en las lejanas latitudes – Canadá, Islandia, Escandinavia, la Cuenca del Ártico. Para finales del siglo el calentamiento global causará que las zonas templadas como América del Norte y Europa se calienten hasta catorce grados Fahrenheit, casi doblando las posibles predicciones del último reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio de Clima, el cuerpo sancionado de las Naciones Unidas que incluye a los principales científicos mundiales. Además, cree que el uso de energías renovables y el reciclado no resolverán el problema. Son simplemente elementos para tranquilizar la mente. Entonces, ¿debemos seguir reciclando?¿deben seguirse promoviendo las energías renovables?
Luis
No hay comentarios:
Publicar un comentario